Por Fátima Blanco Macías
Juan Caboto o más conocido John Cabot es, podría decirse, la otra cara de la moneda del descubrimiento de América. Mientras que esta hazaña se le atribuye al famoso Cristobal Colón, Cabot es nada más y nada menos que, con la ayuda de sus hijos y tripulación, el capitán que desembarcó en 1497 en la parte continental de Norteamérica, tras un primer intento fallido. Aunque a día de hoy se tienen dudas acerca de cuál fue el punto exacto en el que atisbó tierra, algunos historiadores aseguran que llegó a Terranova y otros a la Costa del Labrador o Isla Príncipe Eduardo, mientras que según recoge una carta del propio marino, este había atracado su navío, de nombre ‘Matthew’ en Cabo Bretón.
Genovés de nacimiento y venenciano de adopción, este comerciante, explorador y navegante siguió los pasos de su padre en lo que a la vida marítima se trataba. Tras muchos años indagando en los puertos del mediterráneo, trabajo que le sirvió para convertirse en un marino experto, John Cabot y su familia decidieron trasladarse a España, pasando por Portugal, con la meta de conseguir contactos y estrechar lazos en lo que a negocios se refiere. Sin embargo, el escaso apoyo recibido en ambos países obligaron al italiano a cambiar de rumbo, pero no de objetivo, por lo que se dirigió al suroeste de Inglaterra hasta desembarcar en el Puerto de Bristol.
Esta decisión de modificar su ruta marítima fue debido a que la Bristol de la época ya era por aquel entonces una de las ciudades más significativas de todo Reino Unido en cuanto a historia se trataba. Conocida por su puerto marítimo, el cual dio origen al centro de la ciudad, era el segundo mayor de todo el país seguido del Puerto de Londres y en constante competencia con el de Liverpool. Este embarcadero hasta el siglo XVIII soportaba un gran peso en la actividad comercial y viajera de Inglaterra, además de ser el punto de partida de numerosas expediciones destinadas a buscar lugares remotos de los que apenas se tenía conocimiento. Así como barcos que se dedicaban a la exportación en Islandia, Islas de Brasi y Siete Ciudades.
Esta importante metrópoli portuaria fue también escenario de la construcción del primer transatlántico con el casco hecho de hierro (SS Great Britain) que navegó por el río Avón, el cual desemboca en el Puerto de Bristol, y del que a día de hoy se conserva una réplica atracada en este mismo lugar, así como el punto de origen del que partieron más de dos mil barcos de esclavos, entre los años 1700-1807 con destino a Norteamérica.
Aunque sin duda el acontecimiento más relevante que vivió este muelle ha sido la llegada de Cabot, en agosto de 1497, tras el descubrimiento de Norteamérica, hazaña que fue condecorada con diez medallas, una pensión vitalicia de 20 libras de la época y el reconocimiento de toda una ciudad, el cual se puede seguir apreciando actualmente en diversos rincones de Bristol.
Un ejemplo de ello es el monumento nombrado como ‘Cabot Tower’ en español ‘Torre Caboto’, construida en 1897 en el parque de Branon Hill en honor a este navegante italiano por las hazañas señaladas anteriormente. Como también lo es la ‘Zona Cabot’, un complejo de barrio que es característico por sus descomunales cuestas, estilo georgiano e iglesias. Este cubre todo el centro de la ciudad, incluyendo el conjunto de la parte medieval, edificios emblemáticos, la universidad de Bristol, zonas como Redclife Colina, Park Street o Broadmead, entre otras.
De esta última destaca un centro comercial situado en este mismo punto y que ha sido bautizado en 2008 como ‘Cabot Circus’ también como homenaje por este descubrimiento transatlántico, nombre que fue escogido de forma unánime por los ciudadanos de Bristol tras una votación, en respuesta a estas travesías más allá de la frontera y como negativa a que este fuera denominado ‘Merchant Quarter’ como se planteó en un principio, puesto que hacía apología a la trata de esclavos.
Incluso podemos encontrar una estatua de bronce de la figura del propio Cabot sentado sobre una astilla y con la mirada puesta en el Puerto de Bristol, al estar situada en la zona portuaria que actualmente conocemos como ‘Harbour Side’, la cual alberga a día de hoy glamurosos restaurantes y pubs que sustituyen a lo que un día fueron muelles rescatados de ruinas que quedaron tras la II Guerra Mundial.
Sin duda un referente en Bristol, una ciudad marítima con mucha historia que contar y cuyo nombre siempre recordará a este navegante italiano.
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