Por Survival
Seis meses después de que el Gobierno de Brasil pusiera en marcha su operativo de emergencia para expulsar a los mineros de oro ilegales y hacer frente a la crisis humanitaria en el territorio yanomami, los resultados son ambiguos: muchos yanomamis siguen sufriendo las consecuencias de años de invasión y violencia.
Tres organizaciones yanomamis y ye'kwanas presentaron el 2 de agosto el informe "Seguimos sufriendo" sobre el operativo de emergencia. Si bien reconocen los avances, también exponen serias preocupaciones por la inseguridad generalizada en algunas regiones, ya que aún quedan grupos de mineros armados dentro del territorio. Asimismo, destaca que la malaria, la desnutrición y las enfermedades respiratorias siguen destruyendo la vida de muchas personas indígenas.
El informe formula 33 recomendaciones y pide a las autoridades que consulten y trabajen junto a las comunidades yanomamis y ye'kwanas.
El pasado mes de julio, líderes yanomamis y ye'kwanas se reunieron para debatir la situación, y señalaron en un comunicado que: "Los resultados de las acciones emprendidas hasta la fecha distan mucho de ser suficientes. Los mineros siguen entrando y destruyendo nuestra selva. Seguimos muriendo por falta de atención sanitaria tanto dentro de nuestro territorio como fuera de él, cuando nuestros familiares son expulsados y pasan mucho tiempo sufriendo en la ciudad."
El Gobierno de Bolsonaro alentó y facilitó activamente la minería ilegal en territorios indígenas. En 2022, más del 60 % de la población yanomami se vio afectada por la minería, con devastadoras consecuencias para su salud y sus medios de vida. La minería es responsable de gran parte de la propagación de la malaria, ya que las larvas de mosquito se reproducen en las aguas estancadas de los enormes cráteres creados por los mineros.
La operación lanzada por el Gobierno de Lula a principios de febrero pretendía expulsar a unos 25.000 mineros ilegales. Se han logrado avances significativos y el mes pasado la ministra de Pueblos Indígenas, Sonia Guajajara, declaró que el 82% de los mineros habían sido expulsados del territorio.
Sin embargo, aún quedan importantes grupos de mineros armados y bandas de delincuentes que se resisten con violencia a la expulsión y siguen extrayendo oro (al parecer, ocultando sus equipamientos y trabajando de noche para evitar ser detectados) y aterrorizando a las comunidades.
En febrero, durante una operación se destruyó un campamento minero muy cerca de una comunidad de yanomamis no contactados, conocidos como los moxihatateas, que afrontaban un riesgo extremo de ser atacados por los mineros. Se desconoce su destino: una foto aérea de su gran yano (casa comunal) muestra que está vacía pero en buenas condiciones. Cualquier contacto entre ellos y los mineros podría ser mortal, ya que carecen de inmunidad frente a enfermedades comunes como la gripe.
A principios de julio, una niña yanomami de 5 años murió y varios yanomamis resultaron heridos cuando unos mineros atacaron una comunidad de la región de Parima. El 30 de abril, tres yanomamis fueron tiroteados por mineros en la comunidad de Uxiu; uno de ellos murió poco después del ataque.
Los mineros también han atacado a funcionarios de la Policía Federal y del Ministerio de Medio Ambiente, con muertes en ambos bandos. Una base que controla uno de los principales puntos de entrada fluvial al Territorio ha sido atacada al menos cinco veces desde su apertura el 20 de febrero.
A pesar de los esfuerzos del Ministerio de Salud, que ha construido un hospital de campaña de emergencia en el corazón del territorio, el estado de salud de muchas comunidades yanomamis y ye'kwanas sigue siendo crítico y la gente sigue muriendo de enfermedades tratables.
Según las autoridades, desde enero han muerto 157 yanomamis, la mayoría de entre 0 y 4 años. La cifra real es probablemente significativamente mayor, ya que las muertes no se notifican. Los niños siguen recibiendo tratamiento por desnutrición y la seguridad alimentaria es un problema importante: muchos yanomamis están demasiado débiles a causa de la malaria y las enfermedades respiratorias para cuidar de sus huertos, si estos no han sido destruidos por la minería, y alimentar a sus familias. Una mujer yanomami de Uxiu dijo: "Estamos todos enfermos y delgados, con el vientre hinchado. Ya no hay comida en la selva porque ha sido destruida".
Otra mujer yanomami, de Papiu, explicó: "Los mineros están cada vez más cerca, por eso no podemos ir a nuestros huertos a recoger mandioca. La malaria se ha extendido por todas partes, es horrible".
La malaria sigue causando estragos y sigue teniendo consecuencias mortales. La atención sanitaria vital no llega a las comunidades remotas por falta de infraestructuras, por el cierre continuado de algunos puestos de salud y porque los trabajadores sanitarios temen por su seguridad a causa de los grupos mineros armados que siguen operando.
Estudios realizados por la Policía Federal revelaron que los ríos del territorio yanomami están muy contaminados con mercurio, un 8.600% por encima de los niveles de seguridad, y que los indígenas de 14 regiones del territorio yanomami presentan altos niveles de contaminación por mercurio en sangre.
En respuesta a las preocupaciones de los yanomamis y los ye'kwanas, el Ministerio de Pueblos Indígenas afirma que "reconoce que aún quedan cuestiones por resolver en relación con el Territorio Indígena Yanomami, pero reconstruir el daño que se ha causado durante años de abandono lleva tiempo".
Fuente:
https://www.survival.es/noticias/13719
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