Por Busani Bafana/ IPS
A principios de junio, más de 30 personas del pueblo masái del municipio de Loliondo, en el norteño distrito de Ngorongoro, en Tanzania, resultaron heridas y otra más murió durante los enfrentamientos con las fuerzas de seguridad por la demarcación de sus tierras ancestrales para una nueva reserva de caza.
Según las organizaciones de derechos humanos, la comunidad masái estaba bloqueando el desalojo de sus lugares de pastoreo en Loliondo, en la región de Arusha, tras la demarcación de 1500 kilómetros cuadrados de sus tierras ancestrales, que el gobierno de Tanzania ha arrendado como reserva de caza a una empresa de los Emiratos Árabes Unidos.
El desalojo de los masáis es la materialización de los temores de las comunidades indígenas sobre la pérdida de sus tierras ancestrales según el Plan 30×30 propuesto en el borrador del Marco Mundial de la Diversidad Biológica posterior a 2020, que viene negociándose desde ese año y debe aprobarse a fines de este año.
El plan exige la conservación de 30 % de la superficie terrestre y marina del planeta. Cerca de 100 países han apoyado la propuesta, respaldada por la ciencia, de proteger 30 % del planeta para 2030, que es la tercera meta de las 21 que componen el futuro Marco Mundial.
A las comunidades indígenas alrededor del mundo les preocupa que el plan actual no proteja sus derechos y su control sobre las tierras ancestrales y que provoque desalojos masivos de comunidades al crear áreas protegidas destinadas a salvar la biodiversidad.
La Cuarta Reunión del Grupo de Trabajo de Composición Abierta sobre el Marco Mundial sobre biodiversidad se inauguró el martes 21 y se prolonga hasta el domingo 26, en Nairobi, donde tiene su sede mundial su entidad organizadora, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma).
Se espera que la reunión negocie el texto del nuevo pacto internacional para para su adopción en la 15 Conferencia de las Partes (COP15) del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) de las Naciones Unidas, que se celebrará en la ciudad canadiense de Montreal en diciembre.
Los grupos indígenas reclaman un enfoque de derechos humanos para la conservación y el fortalecimiento de la tenencia comunitaria de la tierra.
Hacen hincapié en que el pacto internacional para detener y revertir la pérdida de biodiversidad debe incluir a las comunidades indígenas como los masáis, un pueblo seminómada dedicado al pastoreo que se extiende por Kenia y Tanzania.
“Destacamos la situación de los masáis en Tanzania como un ejemplo de lo que no debería seguir ocurriendo, y la mejor manera de evitarlo es asegurar que haya un lenguaje de derechos humanos en el marco posterior a 2020” en materia de biodiversidad, dijo a IPS en una entrevista telefónica la abogada indígena y experta en políticas globales Jennifer Corpuz.
La experta, perteneciente al pueblo kankanaey, que habita en el norte de Filipinas, dijo que “en particular, identificamos la meta 3 del marco, que es la conservación basada en áreas y la propuesta de ampliar la cobertura de las áreas de tierra y mar que están protegidas”.
Para la también integrante del Foro Internacional Indígena para la Biodiversidad (FIIB), “es importante que se reconozcan los derechos de los pueblos indígenas y las comunidades locales”.
Corpuz dijo que cada vez se reconoce más entre los científicos la importancia de los conocimientos tradicionales y cómo pueden orientar la toma de decisiones sobre el cambio climático y la biodiversidad, así como la participación de los pueblos indígenas en el seguimiento de la biodiversidad, que son el centro de las metas 20 y 21 del Marco Mundial.
Se espera que la COP15 del CDB haga un balance de los progresos realizados en la consecución del Plan Estratégico para la Diversidad Biológica 2011-2020 de ese convenio.
Pero sobre todo la Conferencia de Montreal debe decidir el nuevo Marco Mundial para la biodiversidad, que luego se actualizará cada 10 años. El CDB es un tratado internacional sobre recursos naturales y biológicos ratificado por 196 países para proteger la biodiversidad, utilizarla sin destruirla y compartir equitativamente los beneficios de la diversidad genética.
Los líderes indígenas afirman que la evidencia es clara sobre el importante papel de los pueblos indígenas en la protección de la biodiversidad y que ello ha sido ratificado por los últimos informes del Pnuma y de organizaciones conservacionistas como el Fondo Mundial por la Naturaleza (WWF).
“La consecución de los ambiciosos objetivos y metas del marco global de biodiversidad para después de 2020 no será posible sin las tierras y territorios reconocidos, sostenidos, protegidos y restaurados por los pueblos indígenas y las comunidades locales”, señala un informe del Pnuma.
Bajo asedio en todo el mundo, desde las selvas tropicales de la Amazonia y el Congo hasta las sabanas de África Oriental, los pueblos indígenas podrían seguir desempeñando un papel protector, según sus líderes y los científicos cuyo trabajo apoya el protagonismo de los pueblos indígenas en el control de lo que ocurre en sus territorios.
El último e histórico informe de la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES), ha advertido que alrededor de un millón de especies animales y vegetales están ahora en peligro de extinción, muchas de ellas en pocas décadas.
El informe de evaluación destaca que al menos una cuarta parte de la superficie terrestre mundial es de propiedad, gestión y uso tradicional de los pueblos indígenas.
“La naturaleza gestionada por los pueblos indígenas y las comunidades locales está sometida a una presión cada vez mayor pero, en general, está disminuyendo menos rápidamente que en otras tierras, aunque 72% de los indicadores locales elaborados y utilizados por los pueblos indígenas y las comunidades locales muestran el deterioro de la naturaleza que sustenta los medios de vida locales”, señala el informe.
Añade que las zonas del mundo en las que se prevé que el cambio climático, las funciones de los ecosistemas y las contribuciones de la naturaleza a las personas tengan efectos adversos significativos son también zonas en las que viven grandes concentraciones de pueblos indígenas y muchas de las comunidades más pobres del mundo.
Los expertos han advertido también sobre otro factor determinante para el éxito del futuro Marco Mundial de la biodiversidad: la existencia de una financiación adecuada para alcanzar sus metas y objetivos.
“El componente financiero necesita más atención, prioridad política y progreso”, dijo Brian O Donnell, Director de la Campaña por la Naturaleza, en una sesión informativa para los medios de comunicación, aludiendo al último marco que no logró revertir la pérdida de biodiversidad debido a la falta de compromiso financiero.
“No es momento de medias tintas. Es el momento de que los gobiernos de todo el mundo sean ambiciosos… Creemos que es necesario un compromiso global de al menos 1 % del producto interno bruto (PIB) anual (del mundo) para hacer frente a la crisis de la biodiversidad”, planteó.
El especialista insistió en que ese es el nivel de financiación que se necesita para 2030, a fin de frenar la crisis de la biodiversidad y revertirla.
“Creemos que los países ricos deben aumentar el apoyo a los países en desarrollo en términos de inversión de al menos 60 000 millones anuales para la conservación de la biodiversidad en el mundo en desarrollo”, concluyó.
Los violentos desalojos de una de las comunidades del pueblo masái en Tanzania este mes de junio, elevó la preocupación de los pueblos indígenas sobre la pérdida de sus tierras ancestrales bajo el plan del nuevo Marco Mundial sobre la Diversidad Biológica. Foto: BradfordZak / Unsplash
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