Por Miguel Barluenga/ elDiario.es
Los glaciares piden auxilio. Estas masas de hielo aparecen en vanguardia cuando se enumeran las consecuencias del cambio climático y, al menos en Aragón, se van a tomar medidas al respecto. El Consejo de Gobierno del ejecutivo aragonés ha dado luz verde al decreto de aprobación del Plan Rector de Uso y Gestión de los Monumentos Naturales de los Glaciares Pirenaicos, que sustituye al anterior y fija las normas que permiten su uso y conservación, así como las directrices de actuación tanto de la administración como de los particulares. También incluye una programación de actividades de gestión. Una vez aprobado tiene una vigencia de diez años.
El experto en meteorología, Pedro Gavidia explica que las variaciones dinámicas que se producen en las zonas glaciares, “son una de las señales más claras y contundentes que nos ofrece la naturaleza para poder afirmar que se está produciendo un cambio climático.
De hecho, los bruscos cambios que están experimentando las zonas de nieves perpetuas y glaciares en las últimas décadas, nos indican claramente que en la actualidad el clima global está cambiando hacia un calentamiento progresivo, quedando como incógnita hasta qué punto o en qué porcentaje dicha tendencia está causada por el ser humano”.
La cordillera de los Pirineos alberga los únicos glaciares activos que sobreviven en la Península Ibérica. Una reserva de hielo en constante regresión, pues la superficie que ocupan apenas alcanza el 10% del total registrado a comienzos del siglo XX. Según los datos obtenidos por la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) en 2019, el glaciar de La Maladeta perdió el año pasado alrededor de 1,49 hectáreas de hielo, un retroceso que ha provocado desde el año 1991 un descenso del 60% de su superficie, de 50 a 20 hectáreas en este periodo de tiempo.
En lo que respecta a los espesores del hielo, las mediciones realizadas presentan una pérdida media de 182 centímetros, que en el frente del glaciar alcanza los cuatro metros. Debido a la acción de la crisis climática, estos expertos valoran la posibilidad que el glaciar de la Maladeta podría perder toda su masa de hielo en dos o tres décadas, situación similar que afecta a los del Aneto o Monte Perdido y que evidencia los efectos del calentamiento global en esta cadena montañosa.
En del Pirineo aragonés están situados los últimos ocho macizos montañosos en los que en la actualidad se mantienen con vida las últimas masas de hielo funcionales de la cordillera: Balaitús o Moros, Infierno, Vignemale o Comachibosa, Monte Perdido o Tres Serols, La Munia, Posets o Llardana, Perdiguero–Cabrioules y el anteriormente citado de Maladeta–Aneto, contabiliza Gavidia. En 2012 apenas sobrevivían ocho heleros y diez glaciares. En el 1990, por ley, fueron protegidos como Monumento Natural.
En Aragón hay declarados 18 Espacios Naturales Protegidos, lugares que en las últimas décadas se han convertido en un elemento más de efectos beneficiosos en el capital social y el desarrollo socioeconómico del territorio rural, dado que sobre la población del espacio natural y la de su zona de influencia socioeconómica recaen los principales efectos de la puesta en valor de los bienes y servicios que en ellos se generan.
Los Monumentos Naturales de los glaciares pirenaicos se declararon Espacio Natural Protegido de Aragón por ley por su elevado interés científico, cultural y paisajístico y al objeto de proteger la integridad de la gea, fauna, flora, vegetación, agua y atmósfera de estos ecosistemas de la alta montaña pirenaica. En el año 2007 su superficie protegida se amplió, de forma que para cada superficie glaciar se abarcara desde las cumbres del circo hasta los complejos morrénicos depositados por el hielo glaciar durante la Pequeña Edad de Hielo, incluyendo en algunos casos el entorno más frágil –heleros, neveros o glaciares rocosos–.
Los glaciares del Pirineo aragonés son los únicos de España y de la vertiente sur de la cordillera pirenaica, constituyendo un vestigio paisajístico muy especial de épocas pasadas mucho más frías. Debido a su acelerado retroceso en extensión, volumen y distribución están gravemente amenazados de desaparición por efecto del cambio climático. En torno a las distintas masas de hielo permanentes se dispone un ecosistema único, salvaje y muy bien conservado, de plantas alpinas y especies animales relícticas como es el caso del lagópodo alpino o perdiz nival.
Para llegar a esta aprobación definitiva, previamente el texto borrador del PRUG ha sido sometido a la participación de los miembros del Patronato de los Monumentos Naturales, ha superado un trámite de información pública –recibiendo alegaciones en plazo que han sido respondidas de forma individual– y cuenta con los informes favorables del Consejo de Protección de la Naturaleza, el Consejo de Ordenación del Territorio, el Comité Forestal y los servicios jurídicos del Departamento de Agricultura, Ganadería y Medio Ambiente.
Fuente:
Lic.CC
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