Por Antropohistoria
El peor delito para los romanos era el parricidio, que estaba castigado con una de las muertes más dolorosas.
La figura paterna en Roma era tan importante que incluso se equiparaba con la divinidad. El "pater" era el jefe de la familia y tenía el máximo control y la potestad de decidir el destino de sus familiares.
Cuando un hijo asesinaba a su padre, la pena impuesta era la "poena cullei" o "culleum", que se trataba de meter al asesino en un saco o en un cubo junto con cuatro animales: una víbora, un gallo, una mona y un perro, ya que éste no tenía el carácter que tiene en la actualidad, antaño era considerado un animal inmundo.
Al homicida se le tapaba la cabeza con un gorro, se le calzaba con unos zapatos de madera para que no pudiera ver ni defenderse y lo metían dentro de un saco para después tirarlo al río.
Esta forma de castigo tenía una finalidad. Los romanos pensaban que el agua purificaría el acto impío y, además, lo hacían para recalcar que el condenado no se merecía una sepultura digna después de haber cometido tal delito. Asimismo, los animales le torturarían mientras estuviese vivo y después sus restos se fundirían y no se sabría jamás donde empezaba el hombre o donde terminaban los animales.
¿Sabías de la existencia de este duro castigo?
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