Por SINC
El Atlas de Justicia Ambiental –una iniciativa creada en 2012 por la Universidad Autónoma de Barcelona– registra en la actualidad un total de 2.100 conflictos socioambientales en todo el mundo. Los casos están aumentando en China, Bangladesh, Pakistán, Indonesia, Egipto, Etiopía y República Democrática del Congo, aunque el país con mayor número de conflictos en el atlas es India.
¿Cuántos conflictos ecológicos existen en el mundo? Aunque es una pregunta difícil de responder, el número de casos es elevado. El Atlas de Justicia Ambiental (EJAtlas), codirigido en el Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales de la Universidad Autónoma de Barcelona (ICTA-UAB) desde su inicio en 2012 por Leah Temper y Joan Martínez- Alier, y coordinado por Daniela Del Bene, permite reunir los más relevantes de los últimos 20 o 30 años a través de una metodología de colaboración entre académicos y activistas.
Los casos identificados se incorporan al atlas interactivo mediante una ficha informativa de unas cinco o seis páginas para cada uno de ellos. Este inventario mundial permite crear distintos mapas a partir de una amplia gama de filtros que, entre otras cosas, facilitan una visualización clara de cuáles son aquellos clasificados como de mayor gravedad.
Según Martínez-Alier, uno de los indicadores del nivel de gravedad de los conflictos ambientales es que las vidas de las personas han sido vulneradas por el impacto ambiental, es decir por la contaminación u otros daños producidos por un proyecto, o por el asesinato de activistas que se manifiestan en contra de un proyecto determinado.
Ese fue por ejemplo el caso de las ecologistas Teresita Navacilla y Gloria Capitán en sendos casos en Filipinas en 2016, o el de la hondureña Berta Cáceres asesinada también en 2016 tras luchar contra la construcción de una central hidroeléctrica en el Río Gualcarque, una fuente vital para la supervivencia de los indígenas Lenca de la zona.
Hasta el momento la muerte de defensores de la tierra se ha identificado en unos 260 casos, es decir algo más de un 12% de los registrados. La mayoría se concentran en América del Sur, así como en el sur y sudeste de Asia, según el EJAtlas. No obstante, Martínez-Alier destaca que estos datos son parciales ya que el atlas todavía no dispone de suficiente información de otras zonas en las que es más que probable que hayan sucedido muertes similares.
El atlas permite identificar los casos considerados de éxito, en los que la lucha contra un proyecto de inversión (una mina, una represa, una plantación de palma de aceite, una incineradora, etc.) fue positiva o en los que judicial o administrativamente el estado ha implementado regulaciones eficaces para desestimular la realización de proyectos parecidos. El mapa recoge unos 360 casos de éxito, lo que corresponde a un 17% del total, la mayor parte de los cuales se encuentran en América del Sur, con 95 casos, seguido por Europa occidental con 55 casos de éxito.
Para el codirector del proyecto, el fracking del gas -–actividad que consiste en la extracción de gas natural de yacimientos no convencionales– es uno de los temas nuevos, de los que apenas se hablaba cuando el EJAtlas fue presentado por primera vez en marzo de 2014 con un total de 920 conflictos.
“El aumento y los cambios en el metabolismo social (los flujos de energía y materiales en la economía) son las causas principales de los conflictos”, recalca. También destacan los conflictos por la extracción de arena de playas para la obtención de minerales como ilmenita (materia prima para el titanio), el rutilo y zirconio. Hay varios conflictos de este tipo registrados en Madagascar, Sudáfrica y en Tamil Nadu en la India.
Surgen también nuevos casos por la oposición a la minería y a la quema de carbón o la extracción de petróleo o gas. Estos se vinculan no solo con amenazas locales a la calidad del ambiente y especialmente del agua, sino también al cambio climático por excesivas emisiones de dióxido de carbono por la combustión de esos materiales.
Ejemplo de ello es el movimiento Ende Gelände en Alemania que se manifiesta contra la minería de lignito que se quema en centrales termo-eléctricas y al mismo tiempo contra el cambio climático con invasiones simbólicas y pacíficas de las minas de lignito cerca de Colonia y de Berlín. En otros los conflictos recientes de África y América Latina aparecen empresas chinas cada vez más.
Situación socioambiental de España
En España, el EJAtlas ha recopilado hasta el momento, gracias a la información facilitada por varias organizaciones ecologistas, 55 conflictos ambientales. En nuestro país existen conflictos ambientales de todo tipo, pero a diferencia de Sudamérica, la mayoría de ellos no son de minería ni extracción de combustibles fósiles, ni de deforestación o acaparamiento de tierras, sino de evacuación de residuos (como las cementeras que queman basura) o están relacionados con infraestructuras de obras públicas y de turismo así como con las centrales nucleares.
Este último tipo de conflicto vuelve a tener un punto de auge en toda Europa 30 o 40 años después de los conflictos que hubo acerca de su construcción, ya que al estar envejecidas “conforme pasan los años el riesgo de accidente en estas centrales nucleares es cada vez mayor, pero son los intereses económicos de las empresas los que no permiten su cierre definitivo", dicen los autores.
"Es el caso de Garoña y también de la central nuclear de Almaraz, en Extremadura, que despierta muchos recelos en Portugal”, concretan. Esta problemática ocurre también en otros lugares del mundo y especialmente en Japón, donde muchas personas se pronuncian en contra a la reapertura de las casi 50 centrales nucleares detenidas tras el accidente que ocurrió en 2011 en Fukushima.
Cada vez más casos
Los expertos prevén que cada año se incorporen unos 350 nuevos casos, con un promedio de uno al día. El EJAtlas crecerá geográfica y temáticamente hasta llegar, al menos, a unos 3.000 casos.
"El EJAtlas es un proyecto que ha de seguir diez o quince años más en el ICTA-UAB. Permite realizar estudios de ecología política comparada, cualitativa y cuantitativa, con temas territoriales y transversales y al mismo tiempo funciona también como un soporte para contribuir al movimiento global de justicia ambiental que tantos grupos ecologistas de diferentes partes del mundo llevan adelante”, subraya Martínez-Alier.
Según el científico, esta iniciativa no solo responde a los esfuerzos de quienes trabajan en el EJAtlas desde el ICTA-UAB, sino también de más de 100 colaboradores ubicados en distintas partes del mundo.
Entre los numerosos temas “transversales” se halla el estudio de los movimientos de pescadores artesanales en el mundo, el apoyo de movimientos sindicales o de movimientos religiosos (cristianos, budistas u otros) en conflictos ambientales, la integración de luchas agraristas y luchas ecologistas, los diversos tipos de conflictos urbanos de justicia ambiental, los movimientos locales e internacionales contra represas, los movimientos por la salud de pueblos perjudicados por agro-químicos, los movimientos en defensa de los manglares y zonas costeras.
En 2016 Martinez-Alier recibió un Advanced Grant de dos millones de euros del Consejo Europeo de Investigación (European Research Council) para continuar la iniciativa en 2016-2021. Esto permite ampliar el anterior proyecto EJOLT (Environmental Justice Organizations, Liabilities and Trade) con este nuevo proyecto denominado EnvJustice, A Global Movement for Environmental Justice: The EJAtlas. El atlas cuenta con el apoyo del proyecto Acknowl-EJ (2016-18), Academic-Activist Co-Produced Knowledge for Environmental Justice, dirigido por Leah Temper en el ICTA-UAB.
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