INFORMACIÓN: 'El valle feliz', una visión intimista de Annemarie Schwarzenbach

 Annemarie Schwarzenbach integró como nadie la literatura de no ficción de viajes. Tuvo una vida corta pero intensa, siempre ligada a cuestiones existenciales de la modernidad aún vigentes. Fue doctora en filosofía, arqueóloga, periodista, fotógrafa y novelista. Su idea de felicidad, la ausencia de tensión, y el viaje como piedra angular para liberarla. En sus novelas de viajes plasma el movimiento que interiorizaba en cada lugar que conocía, otorgando al viaje el carácter episódico que también está presente en la vida cotidiana, aunque aparece de forma inesperada.

La obra de Schwarzenbach halló inspiración en su atormentada y casi siempre solitaria existencia, marcada por su adicción a la morfina, que la llevó en reiteradas ocasiones a recluirse en clínicas de desintoxicación. Aunque se casó con el diplomático francés Claude Clarac, su condición homosexual la llevó a varios romances fugaces y a uno más sólido con la novelista estadounidense Carson McCullers.

'El valle feliz' nos da la oportunidad de conocer el mundo más íntimo de la escritora, ofreciendo la otra visión de sus viajes a Oriente, ya relatados en anteriores obras. Schwarzenbach viaja a Persia con su amiga, la también arqueóloga Ellia Maillart, motivadas posiblemente por vivir cómo la región donde surge la escritura estaba siendo occidentalizada a la fuerza. «Persia no es un destino, sólo una gran experiencia», escribe Annemarie en una carta para su amiga Erika Mann, hija del gran ensayista alemán Thomas Mann.

«Nuestra vida se parece a un viaje... y más que una aventura y una excursión a las regiones desconocidas, el viaje parece una imagen condensada de nuestra existencia»

La novelista suiza proyecta su forma de viaje a la que tenían los primeros viajeros de la Antigüedad, la idea del viaje como una condena a vagar, errar por el territorio desconocido, como si de una epopeya se tratara. En 'Muerte en Persia', encontramos una buena síntesis de esta concepción: «Nuestra vida se parece a un viaje... y más que una aventura y una excursión a las regiones desconocidas, el viaje parece una imagen condensada de nuestra existencia».

A ratos viajera irresponsable, impregnada de lo exótico de la región, a ratos crítica con las imposiciones de Occidente, Schwarzenbach encuentra en Oriente una forma de mantener una postura crítica con Europa. Trata con ello de adecuar su compromiso social a la búsqueda de su felicidad individual. Y es que tanto ella como Maillart son testigos de cómo una sociedad rica en cultura e historia, se torna con la llegada de la sharia en represiva, sobre todo con las mujeres. «Desprotegidas, avergonzadas y turbadas, las mujeres persas bajan las cabezas para continuar invisibles, condición a la que están acostumbradas», describe la novelista.

Schwarzenbach no concibe Oriente como algo extraño; en su viaje a Persia, en el destino mismo descubre el entrañamiento: «Habría que transformarse en un segmento de desierto, en un fragmento de montaña, en una franja de cielo vespertino. Habría que encomendarse al país y compenetrarse con él. Vivir en oposición a él es una audacia tal que uno se muere de miedo».

El valle del Lahr coincide con su realidad interna. Allí descubre el abandono, el silencio y el vacío y, solitaria y alienada, las fuerzas para sobrevivir las encuentra en la escritura.