Por Jesús Mediavilla González
Considerado como uno de los maestros del reporterismo español, Manu Leguineche ‘revive’ gracias a Ediciones B, el sello editorial que ha decidido iniciar el rescate de la magistral obra del vizcaíno, comenzando por su primera obra, ‘El camino más corto’, honrado hito del periodismo español de la segunda mitad del Siglo XX, y continuará en los próximos meses con la recuperación de 'El precio de paraíso', 'El club de los faltos de cariño', 'Yo pondré la guerra' y 'Hotel Nirvana'.
Manuel Leguineche (Arrazua, Vizcaya, 28 de septiembre de 1941 - Madrid, 22 de enero de 2014) fue un periodista y un viajero. Es una de las figuras referentes del reporterismo en España y de la literatura de viajes. Considerado como uno de los maestros del relato periodístico, y preceptor para una generación de periodistas, su espíritu viajero renace. Buena parte de los libros del intrépido trotamundos, guardianes de su memoria, en los que recoge y refleja sutilmente la magnitud de los acontecimientos vividos y la esencia de los lugares pasados, están aún descatalogados, pese a la transcendencia de su figura. Una penuria que quiere salvar Ediciones B, heredera del fondo editorial de la antigua Editorial Bruguera, con la reedición de su obra iniciática y jalón del periodismo de viajes. El camino más corto es el punto de arranque del proyecto editorial, para después continuar con la recuperación y publicación de su obra completa.
El que es su primer libro fue publicado originalmente en el año 1978 por la editora Argos Vergara, y la segunda edición no llegaría hasta 1995. La tercera, ahora, supone el rescate, y se publica dentro de la colección de textos periodísticos Papel, tras su muerte hace dos años. Es el vestigio de un periodismo en declive, agónico. Es profundo, calmado, henchido de aserciones curiosas, de ocurrencia y humildad, y de un recurso cada vez más escaso en la profesión periodística, la humanidad.
El camino más corto es el resultado de un periplo por medio mundo que tuvo lugar entre 1965 y 1966, por una realidad cambiante, en la que Manuel Leguineche fue testigo de la caída de la monarquía en Libia, donde llego a recorrer el árido desierto norteafricano a la par que mantenía la resistencia contra la disentería, a vender píldoras vietnamitas en los mercados de Tailandia, a relatar conflictos en Laos y Vietnam, a ser testigo de la Guerra de los Seis Días que sacudió Oriente Próximo, hasta llegó a Singapur, finalizando su viaje en Australia, con una travesía en barco.
En el lugar adecuado en el momento oportuno
Tenía 23 años, aún ni siquiera se había licenciado en Periodismo, cuando estando en la calle de la Cava Baja de Madrid, una de las más taberneras de la ciudad, consiguió incorporarse en la insólita expedición que le permitiría dar su primera vuelta al mundo, y que sería el motivo por el que escribió su primera obra, El camino más corto, ahora reeditada por tercera vez.
“¿Cómo pretendes dar la vuelta al mundo en una expedición como esta si no sabes conducir?, me preguntaron, con buen acierto, los organizadores de aquel viaje al fin del mundo. Tengo otras condiciones, respondí. No sé conducir ni nada de mecánica, pero sé cantar, jugar al mus, tengo muy buen humor, sé algo de geografía y he leído a Conrad, Stevenson y Verne.”, testimonio recogido en su libro, narrando cómo fue su incursión en la Trans World Record Expedition, de la que partió de España, la entonces dictatorial, hacía el norte de África. A bordo de un Toyota Land Cruiser marcharon tres periodistas estadounidenses, el fotógrafo suizo Willy Mettler y el propio Leguineche, hasta más de 60.000 kilómetros. Fue la manera que tuvo de escapar de un país hermético y ordenancista, para registrar sus vivencias en una serie de reportaje que, años después, cuajaría en su primer y culminante libro, un vigoroso trabajo periodístico recogido en un volumen portentoso de 678 páginas.
Homenaje a su figura
El pasado viernes se reunieron, en Madrid, familia y amigos para celebrar la reedición de su obra. Ramón Lobo, amigo de la profesión y también corresponsal de guerra, conocido por su trabajo en el El País, enfatizó: "Un viaje consiste en perder las fechas. Ahora se viaja en corto y con los titulares en la maleta. Lo que interesa es ir a hablar con las personas, y eso es lo que hacía Manu Leguineche", tal y como recoge el diario El Mundo.
Por otra parte no faltaron más elogios hacia el emblemático reportero: "A Leguineche se le quedaba corta la crónica, por eso escribió tantos libros en los que se entremezclan periodismo y literatura", añadió Pedro Aguilar, también del gremio periodístico, galardonado con el Premio Provincial de Periodismo en 1995. "Con aquel viaje de 60.000 kilómetros en dos años se activó su gen nómada, espoleado por su inagotable curiosidad, su humanidad y su excepcional buen humor" recuerda Manuel López, responsable de la revista Viajar.
Para el recuerdo no sólo quedan sus libros, sino que también podemos encontrar entrevistas, como la última que pudo conceder, para el diario regional de El Norte de Castilla. En esta última intervención, un Leguineche envejecido y de vista cansada, extenuado por el hastío de una vida entre guerras, llegó a decir que soñaba con ser ‘corresponsal de paz’.
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