OPINIÓN: No hay vida sin océanos

Tortuga en el Mar Rojo /(CC)Derek Keats
Tortuga en el Mar Rojo /(CC)Derek Keats

Por Javi Domínguez

El 8 de junio se celebra el Día Mundial de los Océanos e

instituciones como la Comisión Océano Mundial proponen un plan de rescate para la supervivencia de nuestras aguas.

“El Amazonas es el pulmón del mundo”. La frase queda grabada en nuestra memoria como un soliloquio lento desde los cursos de primaria. El Amazonas sin embargo produce sólo un 20% del oxígeno que respiramos dejando a los océanos, con un 50%, como la principal fuente generadora de oxígeno de nuestro planeta.

 

Las Naciones Unidas fija el 8 de junio como cita para la celebración del Día Mundial de los Océanos. Este año con el lema “unos océanos sanos, un planeta sano” se reúnen esfuerzos para concienciar sobre la contaminación de las aguas producida por el plástico. De toda la basura marina se estima que de 10 a 20 millones de toneladas de plástico se arrojan anualmente a los océanos. La cifra provoca unos daños a los ecosistemas marinos valorados en más de 13 mil millones de dólares al año según el informe publicado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).

 

Los océanos apenas cambian desde la superficie mientras el mundo submarino enferma. La biodiversidad disminuye y se extinguen hábitats mientras la propia vastedad del océano nos engaña sobre el perjuicio al que están sometidos miles de especies.

 

La pesca es una de las amenazas más severas. La conservación de los océanos corre riesgo de debilitarse debido a la sobreexplotación de los recursos marinos. El pescado no es sólo un soporte alimenticio sino la forma de vida de millones de personas que han visto cómo sus caladeros nacionales se resienten ante las actividades irregulares de la pesca industrial. En 2012 la producción mundial de pesca superó los 90 millones de toneladas. Nunca se había consumido tanto pescado según los datos del informe El Estado mundial de la pesca y la acuicultura publicado por la FAO el pasado año.

 


La pesca ilegal amenaza la sostenibilidad de los océanos / (CC) US Navy
La pesca ilegal amenaza la sostenibilidad de los océanos / (CC) US Navy

Con el sector pesquero creciendo a un ritmo más rápido que la población mundial, se apela por unas legislaciones que fomenten la supervivencia de los océanos y eviten la denunciada pesca ilegal, no declarada y no reglamentada que se lleva a cabo en zonas como el este de Asia y las costas de África occidental. La producción aumenta mientras las empresas pesqueras se apoyan en los avances tecnológicos para suplir la demanda. Los océanos entran entonces en un conflicto constante al ser fuente de sustento y trabajo a un ritmo desorbitado en el que a las aguas se le imponen redes económicas sin políticas medioambientales que garanticen su seguridad.

 

La Comisión Océano Mundial ha planteado a las Naciones Unidas un Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) de manera especial para los océanos y fijar la importancia de nuestros mares en la agenda del desarrollo. Esta comisión además ha realizado un plan de rescate para frenar el declive de los océanos, garantizar la gobernanza de los mismos y beneficiar su recuperación. Es un modelo de acción para pasar del océano degradado, improductivo y explotado a un océano sostenible.

 

Diferentes instituciones como WWF han seguido esta senda y han publicado recientemente estudios para reivindicar el valor económico de los océanos mientras que la semana pasada se celebró el Encuentro Mundial del Océano en Portugal. También diversas organizaciones se suman a la cita con distintas campañas como SAVE THE SEA de la británica Environment Justice Foundation (EJF).

 

Son ejemplos de propuestas para un camino que se antoja largo pero en el que “todos tenemos un papel que desempeñar con objeto de facilitar que la pesca y la acuicultura prosperen de forma responsable y sostenible para las generaciones presentes y futuras”, como explica el director general de la FAO, José Graziano da Silva.

 

Los océanos cubren el 71% de la superficie terrestre y son esenciales para el ser humano. Bien lo resume la oceanógrafa estadounidense Sylvia Earle: “sin agua no hay vida. Sin azul no hay verde”, en su celebrada conferencia TED de 2009.

 

 

Menos de un 3% de los océanos están protegidos en comparación con el 12% de la tierra ya sea en parques nacionales, monumentos o lugares Patrimonio de la Humanidad. Esta comparación llevó a la doctora Earle a iniciar su particular “misión azul”. Mission Blue es un proyecto para crear una red de áreas marinas resguardadas, “los espacios para la esperanza” como la oceanógrafa los denomina.

 

Hace 50 años Earle no imaginaba cómo podríamos dañar tanto los océanos que determinan la salud del mundo. De nosotros mismos. Ahora sólo desea que se protejan, que nos curemos.

 

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