Por Lupe Rangel
Mirar es algo que le encanta al ser humano y prueba de ello son las numerosas ediciones con las que cuenta el famoso programa Big Brother así como sus diferentes versiones. Puede parecer curioso, pero hay ciudades que tienen su propio “Gran Hermano”. De hecho, existen decenas de cámaras oscuras instaladas en lugares estratégicos del mundo tal y como recoge la página web camaraoscuraworld.com. En España existen ocho. Una de ellas está ubicada en la localidad salmantina de Béjar, hay otra en la Torre Tavira, en Cádiz, y también las hay en el Ayuntamiento de Écija, en conjunto monumental del Alcázar de Jerez, en Santander, en Tudela y en la Torre de los Perdigones, situada esta última en la calle Resolana de la capital hispalense.
El primer sentimiento que expresa quien sube a la Torre de los Perdigones es el de sorpresa al encontrarse con Sevilla a sus pies y un “¡oh!” es la exclamación más pronunciada por quienes contemplan la ciudad desde allí. Eso sí, se trata de una visita que no es apta para aquellas personas con vértigo, ya que el mirador de la torre se encuentra ni más ni menos que a 45 metros de altura. Ahora bien, subir, que se hace siempre en ascensor, merece la pena, pues las vistas son increíbles. Desde este mirador la ciudad se percibe más blanca y luminosa de lo que puede parecer cuando se pasea por sus calles.
La torre de Los Perdigones, que actualmente está rehabilitada como mirador, se construyó en 1890. Era propiedad de la familia Mata y formaba parte de la fundición San Francisco de Paula. Se utilizaba para la fabricación de perdigones de plomo y el mecanismo para hacerlos era bastante sencillo.
Gracias a un sistema de poleas se subía el plomo hasta la parte superior y allí se fundía en un horno. Una vez fundido se dejaba caer por el interior de la torre para que se enfriara y así, por la fuerza de la gravedad, iba adquiriendo forma redondeada. Toda esa lluvia de plomo caía en una piscina llena de agua y en ella solidificaban. Esta fábrica echó el cierre en los años 50 y de ella solamente se conserva esta torre.
Donde se encontraba el horno en el que se fundía el plomo existe desde el año 2007 una cámara oscura. Este instrumento óptico fue inventado por Aristóteles en el siglo IV a.C. y consta de una pantalla blanca, un espejo y unas lentes de aumento que se sitúan al final de un tubo a modo de periscopio. De ese modo, cuando la luz incide sobre el espejo, pasa por las lentes y la imagen se refleja en la pantalla.
Ahí comienza el espectáculo. Todo se queda a oscuras y las personas que allí están se sitúan alrededor de la pantalla circular. Entonces, como por arte de magia, se proyecta la calle en ella como si de una fotografía en movimiento se tratara y, como dice el lema del programa Gran Hermano, “la vida en directo” se muestra a los visitantes.
Y allí, observando la ciudad en un cuarto oscuro a 45 metros del suelo comienza un viaje por Sevilla de más de media hora sin necesidad de moverse del sitio. El guía se encarga de girar el espejo y manejar la pantalla para enfocar diferentes puntos de la capital hispalense. Realiza un paseo por el Estadio Olímpico, el Puente de la Barqueta, la Basílica de la Macarena, el Parlamento, las Setas de la Encarnación, la Giralda, la Plaza de España y hasta “la casa de los Pitufos”. Con esa cámara divertida, que puede ser hasta indiscreta, se ve cuando hay ropa tendida, gente jugando al pádel en lo alto de un gimnasio junto a la Facultad de Ingenieros o a alguien abanicándose mientras espera que se ponga en verde el semáforo. Es, sin lugar a dudas, una forma de volar sobre Sevilla sin tener que despegar los pies del suelo.
Es posible visitarla de martes a domingo y el horario de apertura es de 11.30 a 17 horas. Las entradas están a la venta en el kiosko de al lado y el precio del mirador y la cámara oscura es de 4 euros. Uno de los momentos más bonitos del día para realizar la visita es por la tarde, cuando el sol se encuentra en el Aljarafe, pues las vistas de la ciudad con esa luz son espectaculares.
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