Por Javi Domínguez
Se afirma que una cerveza al día puede prevenir enfermedades cardiovasculares y que una copa de vino diaria mejora la flora intestinal. Estas saludables prácticas se unen a la lista de bebidas alcohólicas que tienen características beneficiosas para nuestro organismo. Así, en su día el combinado de ginebra y tónica fue toda una “poción mágica” frente al paludismo, utilizada frecuentemente por los viajeros.
El más bien conocido como gint-tonic está extendido por todas las cartas de restaurantes, pubs y bares gracias a una ola de sedientos consumidores de esta bebida inglesa. El copazo castizo, DYC cola, parece estar relegado al ostracismo o a beberse a escondidas en casa mientras que el número de ginebras y tónicas aumenta considerablemente en el mercado.
Este cóctel acumula horas en las escuelas cocina y se organizan cursos-catas exclusivas para degustar los secretos de la clásica bebida británica. Pepino, enebro, regaliz y otros ingredientes más desprenden variados toques y aromas para componer este afamado cóctel de descendencia sanitaria y viajera.
Las raíces del gin-tonic llegan hasta la relación de los incas con la naturaleza y su constante adaptación al medio. Concretamente, lo que hoy se conoce como tónica se entremezcla con la historia de la España colonial.
En un viaje de la condesa de Chinchón a Perú, esta contrajo la malaria y su marido rogó a los incas un remedio para sanarla. El pueblo inca facilitó una cura, la quinina, procedente de la corteza del árbol de la cinchona y cuyo sabor era bastante amargo. La condesa sanó y esta sustancia medicinal comenzó a exportarse a Europa.
Los químicos franceses Pierre Joseph Pelletier y Joseph Bienaimé Caventou extrajeron en 1820 la sustancia de la cinchona, como ya hicieran los incas, para comercializar pastillas de quinina. Sus características antiinflamatorias y analgésicas fueron claves para combatir el paludismo en las regiones tropicales donde se libraban los conflictos imperialistas.
Las tropas de las grandes metrópolis ya contaban por tanto con un remedio para hacer frente a las hembras del mosquito Anofeles, portador del plasmodium, parásito de la malaria, y poder continuar con sus ambiciones expansionistas. Estas pastillas de quinina fueron la principal arma que tuvo la Britain´s East India Company en sus marchas al país asiático. Los soldados británicos las tomaban disueltas en agua con azúcar, limón y ginebra. Así consiguieron aliviar el amargo sabor del remedio contra la picadura de los mosquitos que a posteriori se convertiría en uno de los más famosos cócteles del mundo.
En 1792 el joyero alemán Johann Jacob Schweppe fue el encargado de poner en marcha la primera manufacturación en serie de agua carbonada. Sus estudios finalizaron en una bebida que mantiene su nombre vivo gracias a su homónima marca de tónica. En la actualidad son pocas las tónicas que conservan la quinina entre sus ingredientes y ha sido sustituida por endulzantes o emuladores de sabor que rebajan su amargor.
Hoy, cuando se puede llegar a pagar 70€ por una cata de gin-tonics de 3 horas y media, la malaria se puede prevenir gracias a diferentes y combinados principios activos, que son una muestra del desarrollo de la medicina. Pero el paso del tiempo dota de importancia al estudio medicinal que llevaron a cabo los incas en la obtención de la quinina así como al ingenio de los soldados británicos, que no encontraron mejor solución que unos mililitros de ginebra para el desagradable sabor del remedio.
Fuentes de información:
http://qtonic.com/history.html
http://www.rtve.es/noticias/20110124/historia-quinina-remedio-contra-malaria/397821.shtml
www.elmundo.es/elmundosalud/2009/03/17/biociencia/1237297015.html
http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC1073182/?page=1
http://ngm.nationalgeographic.com/2007/07/malaria/finkel-text/6
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Pat Morita (miércoles, 21 noviembre 2012 13:51)
Está genial quillo. Abrazote!