OPINIÓN: Cuzco y su tarea pendiente

Cuzco, como la llamó Garcilaso de la Vega en 1609, proviene del quechua Qosqo que significa "ombligo del mundo" y esta denominación parece estar vigente ya no etimológicamente sino también en la práctica. La que fuera la ciudad inca más importante del momento es un hervidero de tour operadores, panfletos informativos, ofertas de packs, regateos y lugares apestados de gente. En ella el visitante se puede sentir fatigado por la poca atención hacia uno mismo.

La tercera ciudad de Perú tras Lima y Arequipa, plantea el turismo a través de su Boleto Turístico que da la oportunidad de visitar hasta 16 lugares. Entre ellos se incluyen los centros arqueológicos de Sacsayhuman, Ollantaytambo y Pisaq. Sin embargo, si el visitante desea visitar un único recinto le es imposible acceder a ello debido a que todo funciona como un paquete único. Quizás pueda obtener el boleto parcial pero no será rentable.

Por otro lado, estos lugares se encuentran distanciados de la ciudad por lo que el transporte es algo inevitable. Bien a pocos kilómetros de Cuzco o bien en pleno Valle Sagrado, el visitante apenas tiene otra opción que contratar un asiento en cualquiera de los centenares buses turísticos obviamente agenciados por un operador.

Una alternativa para aquellos con más tiempo y dinero es el alquiler de un coche para poder recorrer sin ningún tipo de apresuramiento. Otra es la de coger un colectivo, taxi compartido, que facilita la llegada a estos lugares aunque se tendrá que asumir un precio que no se ajusta a la realidad por la condición de extranjero.

Con la resignación de ser guiado aquí y allá cual rebaño de ovejas, las visitas se convierten en un ir superficial y en unas fotografías tomadas a la ligera. Centro arqueológicos vistos en poco menos de una hora y rodeados de centenares de personas donde no se alcanza a reconocer la voz del guía. No parece que la ciudad de Cuzco tenga cupos para los distintos centros de visita por lo que la aglomeración es continua y extenuante. 

Cuzco vive del turismo que es su principal actividad económica pero el trato al visitante resulta pobre, desorganizado e improvisado en ocasiones. Las agencias de turismo copan todos los espacios y se reparten el transporte provocando la confusión y la pérdida de algunos personas que viajan de manera individual.

El nivel de este turismo agresivo se explicita en La Catedral de la ciudad. El recinto sagrado sólo cuenta con 3 horas de culto diario, de 6 a 9 de la mañana. No existe misa vespertina y la razón es por su disposición al turismo. La santa iglesia sucumbe al capital extranjero del cual hace caja con unos 3000 a 4000 dólares diarios. Cada persona que quiera visitar la Catedral sin tener que pegarse un madrugón, tiene que aportar 25 nuevos soles peruanos que van íntegramente a las arcas catedralicias. Lo mismo ocurre con el Convento de Santo Domingo, antiguo Qoricancha o templo del Sol en época inca, donde a pesar de tener un horario más dilatado no mira por el colapso que sufren sus instalaciones de manera continua.

La  visita a Cuzco resulta indispensable. Sus edificaciones incacoloniales, su Plaza de Armas, los callejones de San Blás... la convierten en una de las maravillas de Sudamérica. Sin embargo, la ciudad debe cuidar más el trato a sus visitantes  -que son muchos- e intentar dejar de lado el afán desmedido de llenarse los bolsillos a costa de lo sea. Solo así el viajero podrá llevarse el recuerdo pleno y gratificante que el lugar se merece.