Por Noemí Morejón
Actualmente disponemos de innumerables maneras de hacer turismo, en cuanto a su forma y contenido. Podemos ser turistas económicos, patrocinados por las aerolíneas low cost; también ser turistas culturales u organizados, gracias a los planning de las agencias de viajes; y por desgracia, desde los años 70, convertirnos en turistas sexuales. Ya no es extraño escarbar por Internet y encontrar agencias clandestinas dedicadas a esta práctica que tan de moda se puso en Filipinas, Camboya y Mozambique allá por los años 80.
Si bien es cierto que la prostitución existe desde los orígenes de las civilizaciones, no se puede decir lo mismo del ejercicio del turismo sexual. Ya con la llegada de las fuerzas armadas y de la OTAN durante los conflictos de final de siglo se implantó esta práctica en países subdesarrollados de manera sistemática, para después alcanzar países como Brasil, Costa Rica, República Dominicana, Tailandia, Nepal, Blangadesh, Kenia e incluso Japón. Aunque la Unión Europea tampoco escapa a este bastión del turismo sexual, que también se ha implantado en nuestro país en los últimos años.
Esta realidad que percibimos asociada a países de Oriente o de Amércia Latina no nos es tan ajena. Según recoge la Guía sobre la trata de personas con fines de explotación sexual -elaborada por la Asociación de Prevención, Reinserción y Atención a la Mujer Prostituída (APRAMP) y editada por el Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad-, España es el primer país de la Unión Europea en consumo de prostitución -con un 39 por ciento de ciudadanos que han demandado estos servicios, principalmente varones de entre 35 y 55 años-.
A nivel internacional el lugar con mayor proporción de consumidores de prostitución -según el citado informe- es Tailandia, donde este porcentaje asciende al 73 %; seguida de Puerto Rico, con un 61%. El caso español toma fuerza y comienza a destacar en estas nefastas estadísicas, al menos a escala europea, fomentando el tránsito de mujeres y niñas como objetos sexuales.
Pero para iniciar un viaje sexual no basta con dirigirse al lugar elegido -en su mayoría exótico como sus mujeres- y buscar a cualquiera que por un simple refresco, tan inalcanzable para ellas, desea ejercer la prostitución. Ahora diferentes agencias te facilitan un paquete vacacional que incluye todo, hasta el placer. Por un módico precio para los occidentales se puede disponer del transporte aéreo, el alojamiento, los desplazamientos y tours, de guías especializados, y como no, de la ansiada nightlife. En sus páginas web ofrecen cenas, shows, fiestas, nightclubs e incluso dating para el consumidor.
Y es que ahora, en esta sociedad de consumo sin escrúpulos todo vale, lo legal y lo ilegal, siempre que se cueza dinero de por medio. De momento abstenerse los que presuman de dignidad y respeto; y aquellos que exhiban su hombría y prepotencia, ¡consuman, consuman! que la integridad en estos tiempos que corren está de más.
Escribir comentario
Iona Cavalier (domingo, 22 enero 2017 16:30)
If you wish for to get a good deal from this piece of writing then you have to apply such techniques to your won blog.