Por Mariano Belenguer
Hubo un tiempo en el que los viajes eran considerados como una tarea ingrata y desagradable, asociada a labores de comercio, funciones bélicas o diplomáticas, peregrinajes obligados y otras actividades nada lúdicas. Es curioso que la palabra inglesa “travel” tiene los mismos orígenes etimológicos que “travail”, en francés, y “trabajo” en castellano. Pero más curioso es todavía que el origen remoto de todas ellas proceda del término “tripalium” que era nada más y nada menos que un instrumento de tortura de la última etapa del imperio romano. El artefacto en sí consistía en tres maderos, dos colocados en X y un tercero que -sujetado en el punto del cruce de los dos anteriores- daba estabilidad y apoyatura al invento.
De “tripalium” apareció el verbo “tripaliare” que derivó en “travailler”, en francés y "trabajar" en castellano. Quien nos lo iba a decir, la palabra más internacional para denominar la lúdica actividad de viajar : “travel”, tiene sus raíces en una especie de potro de tortura.
El mayor divertimento y la mayor industria del ocio del mundo occidental procede del “tripalium”. El turismo ha hecho caer en el olvido la asociación del concepto del viaje al sufrimiento. Pero si escarbamos bien y miramos con detenimiento algunos de los fenómenos sociales que rodean hoy el mundo de los viajes, tal vez reconozcamos que la etimología de la palabra no está tan desfasada. No hay más que ver la cara de los resignados conductores que huyendo de las grandes ciudades donde están obligados a vivir por su “travail” aprovechan cualquier fin de semana o puentes para realizar sus “travels” . “Travels” de ida y vuelta precipitada con colapso garantizado en las carreteras, retrasos de vuelos, aglomeraciones insufribles en los lugares de destino y largas colas en los restaurantes de turno. Todo un “tripalium” asumido con gusto por los ciudadanos a los que se les vende la tortura dosificada bajo hermosos folletos repletos de paraísos.
Pero este “tripalium” que acompaña a los turistas de la opulenta -aunque hoy en crisis- sociedad occidental no es más que una anécdota divertida e intrascendente. El verdadero “tripalium” lo sufren actualmente millones de viajeros forzosos. Son los emigrantes, los refugiados, los desplazados, los exiliados… víctimas de hambrunas y guerras que están forzados a viajar dejando atrás su pasado, sus casas, sus recuerdos… Son los “tripaliados” de hoy, viajeros involuntarios, torturados por un mundo globalizado que atiende más a los intereses económicos de las grandes economías globalizadas que a los derechos humanos.
Escribir comentario
ena domech (jueves, 05 mayo 2011 02:25)
Es un artículo muy original que a partir del significado de la palabra, logra sintetizar cómo desde los romanos hasta nuestros días la historia de la humanidad ha sido de sufrimientos... Ofrece tela por donde cortar, pues incluso la palabra al oido suena despectiva, algo así como tres veces paleados, forzados, ¨caidos a palo¨, lo que es lo mismo, infinitamente vejados...