Conferencia de Luis Miguel Domínguez
Por Rocío Gavala
Autodidacta, vividor [porque se alimenta de vida], naturalista, ecologista, presentador de televisión, conocedor y
divulgador de la naturaleza, del mundo, de las especies y los espacios, de los ecosistemas, de los animales y las personas y viajero. Así es Luis Miguel
Domínguez.
Como cada año, la Facultad de Ingeneria de la Universidad de Sevilla acoge una serie de conferencias en una suerte de ágora llamada Factor Humano, que recibe a grandes personajes de nuestro tiempo. Este año, englobadas en el lema: "La responsabilidad de intentarlo".
En la segunda sesión de conferencias, con el título "Porque todos somos responsables" apareció ante un público expectante, Luis Miguel Domínguez, periodista especializado en temas ambientales y viajes, bloguero (http://www.latierraquenospario.blogspot.com/) y divulgador desde que casi era un niño. La casi hora y media de conferencia transcurrió entre diversos temas como fueron: lo anecdótico de nuestra existencia en el mundo, la necesidad de dejar de ser consumidores y comenzar a ser ciudadanos; la huella ecológica; los recursos de nuestro planeta o la desaparición del mundo rural en nuestro país, entre otros.
Según Luis Miguel Domínguez, el ser humano es una mota de polvo, una anécdota biológica desde el punto de vista de la antigüedad de nuestro planeta y, encima, “tiene una vocación suicida como primate rarito que es” y lleva todo lo que le rodea a esa muerte. Habla sobre está crisis individualista y puede servirnos para establecernos en grupos, para volver a ser un animal social y, lo más importante, que “dejemos de mirar los escaparatitos y dirijamos nuestra mirada al cielo y a la tierra para ver que está pasando”.
España era un país rico en cuanto a medio rural se refiere, y eso le concedía una fuerza basada en la diversidad y en la variedad de productos. Sin embargo, en el camino que avanzamos a la evolución hemos perdido muchas de estas cosas, cosas que Alemania o Francia nunca tendrán. Luis Miguel Domínguez explicaba que un fomento del mundo rural, que anda desconectado del mundo urbano, y la vuelta en muchos sentidos a zonas del camino que hemos dejado de transitar, favorecería a nuestro país y podría ayudar al turismo. Además de que en esta crisis que vivimos, probablemente si se hubiera tenido un modelo que ya “ha pasado de moda” podrían haberse solucionado muchas cosas. Pese a todo ello, no se declara chovinista.
La pérdida de ese mundo rural rico está produciendo además la extinción de animales comunes en nuestro país, animales que no tienen la suficiente importancia como para que los políticos se fijen en ellos. Es el caso de por ejemplo las vacas españolas, que no eran las blancas y negras, sino las rubias y las morenas; o los bueyes, que con la maquinización del campo ha perdido su principal función. De la misma forma que muchas casas abandonadas pueden convertirse en focos para los incendios forestales.
Así que, aclara, desarrollismo no es lo mismo que desarrollo. Desde este punto habla de la contaminación paisajística con elementos de las energías renovables. Exponía que si cree en un modelo de energía renovable pero no a cualquier precio; de que la paciencia debe ser lo más importante, es decir, la ciencia de la paz, que los que deben hablar son los que saben. Todo ello, porque muchos de los parques eólicos de nuestro país están situados en lugares con gran belleza y que los destruyen con su presencia.
En definitiva, el piensa que toda la situación en la que vivimos puede arreglarse con el afecto y la pasión. Con el cariño al campo y a lo natural, al hombre como especie y a nosotros mismos, porque somos una pieza insustituible, sin ser más importantes que nada o que nadie. Cada vez el ser humano es menos feliz, porque no tiene todo lo que quisiera tener.
La conferencia que terminó con una tanda de preguntas a la que le siguió un caluroso aplauso de parte de los más de cuatrocientos estudiantes que se encontraban en el Salón de Actos de la Facultad de Ingenieros.
Escribir comentario