Por Mariano Belenguer
Entre cifras, porcentajes, promociones, expositores, compraventas de espacios y culturas… en la nueva edición e la Fitur, un acontecimiento llamó la atención por su carácter alternativo: una reunión de blogueros especializados en viajes. Nani Arenas, Rafael Pérez y Juan Vendrell, periodistas, fotoperiodistas y blogueros especializados en viajes fueron los artífices del acontecimiento. La “quedada” como así la definieron sus organizadores, fue un encuentro y una presentación. Toda una bocanada de aire fresco…
La “quedada” y los comentarios posteriores que ha suscitado abren las puertas a diferentes reflexiones que parten de una realidad, evidente ya desde hace unos cuantos años: el periodismo de viajes está en un proceso acelerado de cambio, buscando nuevos caminos, nuevas fórmulas, nuevos medios. No es ninguna novedad, ni siquiera una exclusividad de esta especialización. Bien sabido es que el periodismo, en su totalidad, vive hoy una profunda crisis que sólo el tiempo resolverá.
Pero en el caso del periodismo de viajes sus matices son curiosos y dignos de analizar.
Desde el fin del aislamiento de la dictadura franquista el periodismo de viajes ha pasado por muchas fases diferentes en su andadura. Después de los primeros tanteos que consolidaron productos periodísticos viajeros en el mercado, la primera eclosión se produjo en la década de los 90. Pero más tarde vino la saturación, tanto de medios como en vocaciones periodísticas; y, después la crisis, que todavía vivimos y sufrimos todos, incluidos los periodistas viajeros.
En medio de todo esto aparecen los blogs, una herramienta de internet ideal por su carácter de “diario” que además permite a cualquier viajero, sea o no periodista contar sus experiencias.
A partir de este momento todo escritor, aficionado o profesional, todo fotógrafo, aficionado o profesional, todo periodista aficionado o profesional… puede contar y mostrar lo vivido y a través de un blog “personal” que puede ser visto y leído en cualquier lugar del mundo.
Esta circunstancia en el contexto de lo denominado web 2.0 ha generado un cambio de rumbo en el proceso de comunicación, de tal forma que el público, los viajeros en este caso, que eran puros receptores, se ha convertido o tienen la posibilidad de convertirse en emisores.
Hace unas pocas décadas sólo algunos pocos periodistas viajeros, tenían capacidad de emisión. Recordemos a Miguel de la Cuadra Salcedo, Manuel Leguineche y otros de la época que se convirtieron casi en mitos de la profesión, a parte de por ser unos grandes profesionales, por su condición de exclusivos. Eran tiempos en los que, además, no existía lo que los sociólogos del turismo han denominado la “cultura del viaje”.
De allí hemos pasado a que hoy existan miles y miles de viajeros con esa capacidad de ser emisores, antes reducida a unos pocos; pero además con el añadido de que ellos mismos pueden administrar su propio, individual y personal medio de comunicación. Webs y blogs se convierten en extraordinarias herramientas de comunicación para relatar las experiencias viajeras. Herramientas que nacen en el seno de una sociedad algo desquiciada en la que el viaje --digamos el turismo--, se ha convertido en algo tan “indispensable” como el respirar dentro de la cultura del ocio.
Ambas circunstancias hacen augurar que el fenómeno de los blogs de viajes se expandirá --lo está haciendo ya-- como un cultivo en una gigantesca extensión de terreno abonado
Ha sido pues un verdadero acierto este encuentro de periodistas blogueros especializados en viajes. Una buena iniciativa que merece darle continuidad para reflexionar sobre el futuro de este medio, analizar sus ventajas y observar sus inconvenientes e incertidumbres, que las hay y muchas. Enhorabuena, amigos, por la iniciativa.
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Luis J. (martes, 01 febrero 2011 13:40)
Hola. Estuve casualmente en el encuentro de blogueros y es cierto que hay muchas incertidumbres en torno a los blogs de viajes. Uno de los problemas que intuyo es que con la proliferación de blogs los que realmente sean buenos quedarán camuflados entre los miles y miles que irán saliendo. El fenómeno es imparable y entre tantos blogs viajeros las audiencias se perderán y desperdigarán tanto que al final no dejarán de ser más que foros de amigos coordinados por los respectivos autores de cada blog. Ellos decían que la supervivencia dependería de la calidad de los contenidos. Pero ¿cómo se garantiza esa supervivencia si no consiguen financiación? ¿lograrán sobrevivir sólo con su buena voluntad?